El compatriota escritor Carlos Fong nos decía en un artículo reciente (LP 2/enero/2021), que ‘El Panameño está nutrido de desconfianza, individualismo, un poco importa, falta de empatía y pertenencia, el todo vale y la filosofía del lumpen juega vivo que lo ha convencido de que lo fácil, lo inmediato, lo gratuito, es el camino seguro para garantizar su bienestar’
Su descripción no dista de la formulada hace un Lustro, por el profesor Octavio Tapia en su obra ‘El panameño, entre el malestar, la despreocupación y la esperanza‘, -también citada por Fong-, en la que dice que: ‘La simple observación de la conducta colectiva del panameño medio, es lo suficientemente esclarecedora para distinguir la presencia de sentimientos de insatisfacción, malestar, angustia, desesperación individual y social, pesimismo, apatía, confusión y desorientación sociopolítica, la carencia de liderazgo, el irrespeto a las normas de convivencia institucional y cotidiana’.
Debo expresar mi concordancia con lo expresado por ambos compatriotas, además que su diagnóstico ha quedado más que corroborado en estos meses de pandemia, lo que me lleva a afirmar cuán urgente es la necesidad de acciones colectivas para alcanzar el entorno vital, -constitucional e institucional-, que brinde los instrumentos para los cambios de actitud y comportamiento social, para así poder conquistar nuestra identidad nacional y nuestra personalidad como sociedad,
El panameño olvida que el país es suyo, que es de todos los panameños, no de unos pocos que se han adueñado del país de todos. Que no debemos permitir que los que gobiernan mantengan secuestrado el derecho a una democracia moderna y a un Estado Constitucional Democrático de Derecho.
Hay que reaccionar y reclamar justicia, que la justicia sea independiente y transparente e igual para todos.
Reaccionar y exigir las mismas oportunidades de educación y salud, con los mismos niveles de calidad y profesionalismo.
Reclamar que las riquezas del país lleguen a todos y no sean propiedad de sólo unos pocos. Reaccionar para que el gobierno administre las concesiones, contratos, tierras, política fiscal, recursos del Estado de manera ecuánime y honesta.
Exigir una nueva Constitución que permita la construcción de un país libre, ecuánime, solidario y justo.