Sabías que el Dr. Miguel Antonio Bernal tiene la misión de organizar el Proceso de la Constituyente originaria y eso ha causado gran conmoción entre sus adversarios políticos y el estatu quo.
Contraataque Constituyente
Sabías que el Dr. Miguel Antonio Bernal tiene la misión de organizar el Proceso de la Constituyente originaria y eso ha causado gran conmoción entre sus adversarios políticos y el estatu quo.
Por: Luis Guillermo Zúñiga Araúz – Abogado y escritor.
He leído con supremo interés la obra publicada por Rafael Pérez Jaramillo, sobre algunos pasajes de la azarosa vida de Miguel Antonio Bernal Villalaz. Si no conociera cabalmente la trayectoria personal, profesional y política de Miguel Antonio, me hubiese parecido una muestra de impertinente bondad haberla titulado El agitador de conciencias…
Por: Miguel Antonio Bernal – Catedrático universitario.
En aras de contribuir a un mejor conocimiento del proceso constituyente, damos inicio a esta serie: ¿Qué es poder constituyente? ¿cuál es su relación con el poder público?
Por: Cristian Nieto Guerra – Docente universitario.
Panamá ha vivido un sofismo de independencia, cambiando de amos sin romper sus cadenas: de España a Colombia y de Colombia a Estados Unidos. Las élites establecidas endosaron la patria entre imperios mientras el pueblo solo cambió de bandera. Hoy, la verdadera independencia exige una Nueva Constitución, nacida del poder ciudadano, que sustituya el disfraz de soberanía por una real democracia y libertad.
Por Cristian Nieto Guerra – Docente universitario.
El panameño ha sido domesticado a participar cada cinco años en una liturgia electoral que legitima su propia exclusión, donde la democracia representativa se ha convertido en el mejor disfraz del autoritarismo constitucional. El pueblo no decide, solo ratifica falsos líderes que NO consultan, sino dictadores temporales con mandato legal.
Por: Miguel Antonio Bernal – Catedrático universitario
La inconformidad y desconfianza que impera en la población panameña, generada por los últimos gobiernos con sus actuaciones a favor de la corrupción y la impunidad, hacen más imperativa y necesaria la alfabetización constitucional.
No es para nadie un secreto que, hoy por hoy, la constitución impuesta hace 53 años para legitimar la dictadura, ha hecho un grave daño al tejido social puesto que las normas se perciben como injustas, ineficaces y anti ciudadanas. Ello ha creado un resentimiento jurídico que continua en aumento.
Dicho resentimiento jurídico requiere que los ciudadanos alcancemos un mayor y mejor conocimiento y defensa de nuestros derechos, garantías, compromisos y deberes. Ello es una vía para lograr un mejor conocimiento del derecho en sus manifestaciones más íntimas y una nueva normatividad jurídica que logre una mayor efectividad jurídica para la sociedad.
Nos enseña Pablo Lucas Verdú que: “cuando un ordenamiento jurídico es capaz de suscitar amplia e intensa adhesión efectiva a sus formaciones y sobre todo, a sus instituciones que más enraizan con las bases sociales, entonces tal ordenamiento es algo vivo, no está allí, alejado, nutriéndose solitariamente de sus propias interconexiones e interpretaciones formales, sino que penetra en la entraña popular y entonces es ordenamiento sentido”.
Ese ordenamiento sentido es el que no tenemos hoy por hoy en nuestra sociedad panameña. El más de medio siglo sin constitución propiamente dicho, ha hecho y hace un daño ético que nos corresponde a los ciudadanos reparar. Una vía para dar inicio a esa reparación es la alfabetización constitucional y la participación ciudadana.
Pero, para que sean efectivos el ordenamiento jurídico y la dinámica que conlleva el proceso constituyente originario, es necesario que se dé una amplia e intensa adhesión efectiva y afectiva de todos los componentes de la sociedad.
En su obra El Sentimiento Constitucional, el respetado constitucionalista español Pablo Lucas Verdú, nos explica y enseña que -en principio-, “el sentimiento constitucional consiste en la adhesión interna a las normas e instituciones fundamentales de un país, experimentando con intensidad, más o menos consciente, porque se estiman (sin que sea necesario un conocimiento exacto de sus peculiaridades y funcionamiento) que son buenas y convenientes para la integración, mantenimiento y desarrollo de una justa convivencia”.
En base a lo anterior, el proyecto nacional que es el darnos a los ciudadanos una nueva y democrática Constitución requiere que, desde su fase inicial, que es la alfabetización constitucional de todos los sectores de nuestra población, se vaya generando ese sentimiento constitucional que, junto al sentimiento jurídico, nos permite integrar a nuestra sociedad entera para alcanzar una concertación que sirva de mínimo común denominador en favor de los intereses de la nación entera.
Por: Miguel Antonio Bernal – Catedrático universitario
“Cada vez que asigno un puesto vacante, genero cien descontentos y un ingrato” (Luis XIV, 1638-1715)
Les leçons du pouvoir, libro de François Hollande que he venido someramente comentando y resaltando partes de su contenido, no solo es una obra a leer más de una vez. También abre las puertas a la reflexión y a otras obras sobre el tema.
En el anterior artículo indicaba que para Hollande, los que gobiernan “deben siempre comprender que el poder no es una propiedad, un atributo, un privilegio.”
En sociedades como la nuestra, donde la cultura democrática ha sido olvidada por más de cinco décadas, el respeto por los valores éticos y cívicos han corrido la misma suerte y, con ellos el sentimiento jurídico para permitir que se cultive el miedo a la libertad y a la dignidad.
Por ello, cuando el autor subraya que “el papel del Presidente es el de recordar los hechos, recalcar el alcance, unir la nación. Debe también despejar las constantes de nuestra historia, sacar las lecciones de nuestros éxitos y levantar el velo de ciertas páginas, ocultadas a sabiendas hasta entonces para no reabrir cicatrices dolorosas. Debe utilizar el contexto en el cual la conmemoración se produce para interpelar el pasado y meditar sobre los desafíos de hoy día, El debe de hacer obra de pedagogía, mostrar cómo la barbarie se reproduce con otros rostros, hacer un llamado a las fuerzas que lograron vencerla”
Confiesa con profunda sinceridad haber “cedido al riesgo de confundir pedagogía y expresión. Hablar no es comunicar. Reaccionar a las preguntas no es aportar las respuestas. Estar en la actualidad no es estar en la vida. Abordar todos los temas es no imponer ninguno”.
Sin rodeos afirma que: “Tomé conciencia que la desmultiplicación de la palabra, lejos de rendirme familiar a los franceses, me alejaba. Me entendían cada vez más pero me conocían cada vez menos.” Y acota: “ Al invitarse uno permanentemente, a casa de la gente, estos terminan por cerrarte la puerta. Al verte ya no te miran más. Al saturar el espacio, te borran. Al anunciar cada día una iniciativa, ya han olvidado la última. He ahí la diferencia entre dar sentido y hacer ruido”.
Entre las muchas cosas que deplora de su quinquenio, Hollande nos confía a lo largo de muchas páginas con sus lecciones y reflexiones que “la razón no siempre tiene razón” ; que “los argumentos de la razón se pierden en el camino”. Así nos dice: “En política, yo lo se en el fondo de mi mismo, es irracional no tomar en cuenta la irracionalidad”.
Las afirmaciones anteriores, no le impiden resaltar que: “en democracia no basta con tener razón; también hay que convencer”, para luego acotar que “la gestión del tiempo es una condición del éxito en política”.
Por: Miguel Antonio Bernal – catedrático universitario
El pasado jueves 28 de agosto, se cumplió el primer año del Decreto Ejecutivo N°. 488, mediante el cual se creó la Secretaria Presidencial para la Reorganización del Estado y Asuntos Constitucionales (SEPRESAC).
Miguel Antonio Bernal insiste en que el país necesita una constituyente originaria, no una paralela, y que la ciudadanía debe ser protagonista del cambio.
Por: Cristian Nieto Guerra – Docente universitario
En Panamá, hablar de “Constituyente” es tocar la fibra más sensible del pacto social. El término evoca soberanía popular, refundación y la posibilidad de cortar de raíz el cáncer de la corrupción. Pero lo que se ha diseñado bajo los artículos 314 y 315 de la constitución vigente no es una Constituyente originaria, sino una criatura híbrida y
desnaturalizada: la llamada Constituyente Paralela.