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Un libro de Carmen Mena sobre Martín Fernández de Enciso

En un país plagado de intolerancia creciente, en especial la infame xenofobia, antinatural porque la inmensa mayoría descendemos de inmigrantes, resulta aleccionador que una gran académica extranjera, la española doctora Carmen Mena García, nos ofrezca otro libro magnífico sobre nuestro pasado fundacional. Acompañada de un joven historiador, el doctor José Antonio Díaz Reina, firma “El Abogado que dibujó el Mundo Martín Fernández de Enciso (1469-1533) una biografía apasionante”.

Asombroso diría es el nuevo libro de Carmen Mena, la historiadora ejemplar, titular de la cátedra de historia de América de la Universidad de Sevilla, que ya nos ha deleitado con importantes títulos sobre el siglo XVI panameño. Obras que nos ayudan a comprender mejor de dónde venimos, cómo se conformó al principio el más viejo país de la tierra firme del Nuevo Mundo. Lo hizo ahora mediante la biografía de un personaje clave, bien que poco conocido, de ese tránsito de la España medieval a la renacentista, de un mundo arcaico a otro más moderno.  Con este objetivo recurrió también a papeles antiguos guardados en los archivos españoles, hasta ayer desconocidos.

Nos presenta Carmen Mena un personaje que perteneció a la época heroica, de la España de los reyes católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, que terminó la reconquista y comenzó la epopeya del Nuevo Mundo. Que frecuentó a su nieto, Carlos I de España, que, con el nombre de Carlos V encumbra la península al rango de potencia mundial. Fue abogado asiduo de la corte de esos monarcas y sus instituciones para la administración de las Indias. Personaje de una época también de la picaresca y de la gran literatura del siglo de Oro español, Enciso, hombre culto, además de abogado, geógrafo y cosmógrafo, nos dejó una Suma de Geografía publicada en 1519 en Sevilla. Fue un libro pionero sobre los paisajes del Nuevo Mundo, en especial los que conoció en La Española, la costa caribe de Venezuela, Colombia y Panamá, manual muy apreciado para marinos europeos que recorrerán inmensos océanos que apenas comenzaban a conocerse.

Vecino de Santa María la Antigua, de Santo Domingo, de la vieja Panamá y de Sevilla, explorador de Venezuela, del Sinú y del golfo de Urabá, abogado litigante, de origen riojano y miembro de esa nueva burguesía que terminará por dominar en Europa, Enciso fue esforzado defensor de los intereses de la Corona en los debates sobre los derechos de los indígenas americanos, opuesto a las tesis de Bartolomé de Las Casas. Participó en la redacción del inicuo Requerimiento a los indígenas.

Comerciante entre dos mundos, actor de complejos juegos de poder en América y España, letrado vengativo que ayudó a Pedrarias Dávila a condenar al cadalso a su enemigo Balboa, y que persigue judicialmente al célebre conquistador del Perú, Francisco Pizarro, la vida de Fernández de Enciso nos abre una ventana hacia ese universo de construcción de un nuevo país y una sociedad inédita. Luego, la historiadora presenta la vida de los hijos de Enciso, Juan, Rodrigo y Catalina de Mendoza con su esposo Baltasar Díaz, todos vecinos de la ciudad de Panamá. Eran encomenderos natariegos, regidores y ricos hombres del istmo, representantes de una primera clase dominante panameña, gente violenta, carente de escrúpulos, codiciosa, explotadora de débiles, indígenas y esclavos africanos, sin descendientes.

Juan Fernández de Rebolledo “caudillo de los malhechores de este reino” y Rodrigo de Rebolledo apellido que porta su madre, común en esa , “el alguacil inquieto”, cuyas biografías sucintas terminan la obra, nos ilustran sobre el nacimiento temprano de las prácticas de gobierno corruptas –infortunadamente aún muy vigentes- por parte de funcionarios reales y municipales, de gobernadores, oidores y hasta religiosos sobornables. Los hijos de Enciso son protagonistas y testigos del paso de la Castilla del Oro, de la conquista y depredación de metales preciosos y perlas y de la hecatombe demográfica de los originarios, al istmo de tránsito para el Perú, a la construcción mucho más permanente del camino entre dos mares, de la economía dominante transitista, terciaria, que todavía persiste cinco siglos después.

Saludamos la aparición de esta nueva obra que servirá a los profesores y estudiantes también de Panamá, a los novelistas de talento quienes mediante la ficción acercan al gran público al conocimiento del pasado, igualmente del nuestro. Servirá a los historiadores profesionales panameños y de todas partes que se inclinan con pertinencia sobre el pretérito de dos mundos, Europa y América, que se encuentran por primera vez, en la bisagra del siglo XV al XVI. Luego, también por vez primera se circunvala el planeta al atravesar Magallanes-Elcano el Pacífico entre 1519 y 1522 y nace así la globalización que, de cierta manera, comenzó en Panamá con la gesta de Balboa en el Darién en 1513 que Enciso pareció envidiar o desconocer.

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