La presente crisis, asociada al COVID-19, y su evolución, son el resultado de un sistema sanitario obsoleto y descuidado, manejado al vaivén de administraciones políticas, que sistemáticamente le han conferido prioridad a la atención de enfermos, en detrimento de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, prevaleciendo la improvisación y los intereses ajenos a la salud pública; factores todos, que en presencia de las profundas desigualdades sociales y económicas pre-existentes, fueron determinantes para los estragos ocasionados por el virus, habiéndonos ubicado entre los países con peor manejo de la crisis sanitaria.
En medio de este escenario de sufrimiento, dolor y angustia colectiva, las autoridades, cuyo deber fundamental es proteger la población, en vez de admitir el fracaso y hacer correctivos sustanciales, persisten en cambios formales, y lo peor, denotando una incapacidad rayana en la indolencia y hasta en delictiva, por inobservancia del deber cuidado; además, el ministerio público no ha aclarado uno solo de los manejos irregulares, como la construcción del hospital modular, las compras del gel alcoholado y de los ventiladores; amén de la injustificable culminación de las obras de la Ciudad de la Salud; todo lo cual asegura la Impunidad y acrecienta la percepción de que solo la corrupción goza de buena salud; y no sorprendería que en la compra de los equipos de refrigeración y de las vacunas, existan irregularidades.
Mientras no cambiemos la estrategia sanitaria, no saldremos de la crisis, sustituir al ministro no resuelve, lo que hay reemplazar es la estrategia, la dirección tiene que ser técnica y única y a cargo de un especialista en salud pública; el resto del equipo debe incluir epidemiólogos, sociólogos con experiencia en salud pública, Infectólogos, especialistas en Bioestadística, en Planificación de la salud, salubristas con formación y experiencia en vigilancia e inteligencia epidemiológica, especialistas en Derecho, con experiencia en el ramo y educadores para la salud. Además, debe contar con comunicadores sociales. Solo deben publicarse boletines informativos, periódicos; los informes diarios, sin la orientación técnica debida, sirven para aumentar el temor y el Desasosiego. Y muy importante, mientras no se involucre a las comunidades, concientizándolas y organizándolas en torno a la estrategia de contención, seguimiento y control, seguiremos a la deriva.
Frente a esta dura y cruda realidad, con una administración carente de rumbo, que ha perdido totalmente la credibilidad, sostenida a base de endeudamiento, es un imperativo ético e histórico, hacer un alto, para hacer los correctivos de fondo que demanda la actual coyuntura. La crisis es constitucional por lo que exige una respuesta coherente, y el único método serio, pacífico, incluyente y único capaz de conferirle legitimidad al poder público, es la Constituyente, por lo cual, el primer paso es convocar a la ciudadanía nacional a un referéndum, para aprobar o improbar esta vía, que los Ciudadanos Unidos por la Constituyente, responsable y conscientemente promovemos.
Dado en la Ciudad de Panamá, a los 2 días del mes de enero de 2021.
Una respuesta a «Comunicado a la Ciudadanía Nacional»
Me parece que la Constituyente es la única opción que tenemos como ciudadanos de este país para cambiar la forma de hacer política y tener certeza de castigo, pues mientras siga el contubernio de los 3 poderes del estado, la justicia estará castrada y a favor de los que dirigen el país. Gracias. Saludos.