La constitución impuesta por la dictadura militar en 1972, reformada en cuatro ocasiones, continua rigiendo aún. Gracias a ello, somos una sociedad viciada por un profundo vacío institucional y alejada del mundo real.
Tras la invasión, los gobernantes optaron por rescatar la constitución militarista del basurero de la historia, y gobernar con ella y con aquellos que la habían patrocinado en su momento. Irreparable error del cual, salvo Endara, ninguno de los gobernantes -a la fecha- se ha arrepentido.
Imperan en la actualidad, en el terreno del acontecer Ciudadano, fundamentalmente tres corrientes con relación a la normativa constitucional:
- Los partidarios del status quo: aquellos que, bajo distintos pretextos, se manifiestan a favor de mantener la constitución impuesta. En esa corriente se entremezclan los favorecidos y partidarios de la dictadura, con los que desde 1983 se sienten satisfechos con la constitución militarista reformada y con los que por ignorancia, le temen a los cambios.
- Los paralelos gatopardistas: aquellos que desean mantener la constitución militarista, pero efectuándole ligeros y superficiales cambios, que les hagan posible un “fifty-fifty” con los factores de poder gobernantes de los poderes públicos, en la actualidad. Es la escuela del “cambio para que nada cambie” es decir recoger firmas para que el Tribunal Electoral les convoque una asamblea paralela, que NO es constituyente.
- Los que abogamos por una Constitución totalmente nueva: o sea, la ciudadanía que reclama soluciones reales, efectivas y positivas que beneficien a toda la sociedad con valores, principios y verdades constitucionales de a puño, a través de un proceso constituyente plenamente participativo y democrático.
Nuestro país y su población no podrá salir de la gravísima crisis imperante, sin los cambios estructurales que requiere el Estado panameño. Seguir negándolos es un sin sentido, de ahí la urgencia de encontrar un mínimo común denominador, que nos lleve a buen puerto en materia constitucional y en la democratización del poder político.
Si aunamos esfuerzos, deponemos sectarismos obtusos y, por una vez, se piensa en soluciones democráticas, exijamos todos la convocatoria, mediante Ley, para diciembre de este año de un referéndum nacional, en el que se consulte a la ciudadanía soberana, que opte por una de las tres opciones:
- Que se mantenga la constitución del 72
- Que solamente se reforme
- Que se llame a un proceso constituyente para una nueva Constitución
Autor: Miguel Antonio Bernal
Catedrático – Universidad de Panamá