Manifiesto a la ciudadanía
El poder económico, junto a su cómplice y fiel sirviente, el poder político, utilizan al Tribunal Electoral, para mantener intacta la estructura que favorece los intereses que comparten y que les permite, periódicamente, venderle al electorado, la ilusión de que, a través del voto es posible mejorar la situación de la mayoría, cuando el verdadero propósito es revalidar y perpetuar la “democracia” representativa y de paso, reemplazar al instrumento; con cualquiera que obtenga la mayoría relativa de los votos; pues saben que todos doblarán la Cerviz. Pero como en cada “elección” hay protestas, pasado el evento se reúnen los estrategas del drama, para ajustar sus reglas, de modo que el electorado las acepte como buenas para procurar la transparencia del próximo torneo.
De aquí que, una vez en el poder, el “programa de gobierno” y todas las promesas van a la basura, dándole paso a las contrataciones directas, negociados y demás tracalerías, con que el nuevo gobernante recompensa a los benefactores de la campaña, copartidarios, parientes y allegados, generando la frustración colectiva y la desaprobación, en tanto el resto de los contendientes empiezan a coordinar lo requerido para atrapar más incautos, alcanzar el poder y repetir los mismos vicios que, sin excepción, caracterizan a los regímenes cuyo objetivo es tratar de saciar sus apetitos de riqueza, sin importarles, en lo absoluto, que ello implique hipotecar el futuro de varias generaciones.
Admitámoslo o no, el proceso electoral es esencialmente fraudulento y antidemocrático, porque pisotea las genuinas aspiraciones del pueblo al que debe servir, excluye de hecho y de derecho la participación ciudadana, limitándola exclusivamente a la emisión del voto; aparte que el financiamiento discrecional privado, restringe y condiciona las candidaturas ajenas a la partidocracia.
Abrigar esperanzas en reformas electorales, para sanear el proceso electoral es lo mismo que creer en las buenas intenciones de los paralelos y demás confabulados, que sin el menor sonrojo, le vendieron al país expectativas basadas en una Constituyente tan falsa como la integridad de todos y cada uno de los involucrados en tan perversa maniobra.
De aquí que, nosotros, Ciudadanos Unidos por la Constituyente, conscientes tanto de la farsa como de las intenciones para burlar, una vez más, la voluntad de la mayoría, demandamos un referéndum constitucional por la Constituyente, porque es la vía pacífica, genuinamente democrática, totalmente incluyente y única capaz de legitimar el ejercicio del poder público.
Dado en la Ciudad de Panamá, a los 19 días del mes de septiembre de 2021.
Leopoldo E. Santamaría 4-117-1954
Miguel A. Bernal 8-153-2773
Lorenzo Obarrio 3-711-1732
Laura Candanedo M. 4-69-469
Gastón Dormoi 8-196-1008
Anayansi Turner 8-228-956
Cristian Nieto Guerra 4-702-434
Ricardo Almanza B. 8-762-512
Cheryl Santana Alveo 2-707-964