El llamado Contrato de concesión, que bien pudo ser redactado por sirvientes locales coludidos, es lo más parecido a un escrito de adhesión a las pretensiones abusivas de los inversionistas, pero como la mayoría de las acciones son propiedad de cuatro Estados: China, Corea del Sur, Singapur y Canadá, realmente, más que Contrato de concesión parece un Tratado internacional. Si el propósito fue desmantelar la estructura institucional del Estado y convertirnos en un protectorado, vale como intento; pero fallido, por asumir que la mayoría de los panameños, además de ignorantes, tenemos vocación de esclavos y consentiríamos todo el daño que pudieran causarnos.
La Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, de 23 de mayo de 1969, reconoce la importancia de los Tratados como fuente de derecho internacional e incluye los principios del libre consentimiento, el de la buena fe; los conceptos de aceptación, aprobación, ratificación y adhesión y define el acto por el cual un Estado hace constar, en el ámbito internacional, su consentimiento en obligarse por un tratado. Sin embargo, por increíble que parezca, ante el repudio generalizado por la irrefutable traición a la patria, ahora nos amenazan que, de rechazar lo pactado, recurrirán al arbitraje, en base al Derecho Internacional y ante un tribunal específico, ubicado en Florida, Estados Unidos.
Desde la época romana, los imperios siempre han proyectado una mentalidad expansionista, con la creación de instituciones y la aplicación de instrumentos jurídicos dirigidos a someter a los pueblos ocupados. Y si bien, los ejércitos fueron sus instrumentos favoritos, la expresión más elaborada y eficaz fueron los feudos, cedidos a cambio de fidelidad del Vasallo al donante o los Tratados, de carácter más formal. Por cierto el mamotreto en cuestión, me recuerda al instrumento que utilizaron las autoridades del imperio español, denominado REQUERIMIENTO, que la Dra. Reina Torres de Araúz definiera como la base legal y teológica de la conquista, que presentaban a todos los señores o caciques, representantes de los pueblos que aceptaban sujetarse y constituía la excusa para implantar el férreo dominio hispano. Usado para que los pueblos originarios se acogieran a la autoridad, a la protección del Rey de España y para que aceptaran la religión cristiana. Toda negativa o rechazo era considerada causa justa de guerra. No sorprende pues que, después de más de seis siglos, los piratas y saqueadores contemporáneos, junto a sus mandaderos, pretendan obligarnos a aceptar el abuso y la destrucción de nuestros principales bienes patrimoniales; ahora a través de textos con dádivas y oropel, en vez de espejitos. Y lo aprobamos o encenderán las hogueras nuevamente.
Un antecedente ilustrativo de complicidad y Sumisión ocurrió durante la sesión del Consejo de Gabinete, del 14 de junio de 2023, cuando aprobaron el Contrato de Concesión, sobre los derechos exclusivos entre el Estado y la Sociedad Minera Panamá, S.A. Antes de iniciar la reunión, el director local de la opereta, le advirtió a un invitado: “es muy importante respetar La Línea, cuando el comandante decide, los subalternos obedecen”. La juventud, que ignora la historia reciente, gracias al desmantelamiento de la educación, con un poco de lectura, podría enterarse que, el verdadero Comandante es el poder económico, representado por las grandes corporaciones financieras internacionales y que la línea es la explotación de los pueblos, a cualquier precio.
Los protagonistas del espectáculo siguen con su plan, mientras que, los aspirantes a reemplazar la planilla circense, tratan de construir alianzas y negociar espacios, desconociendo que, en el mejor de los escenarios, el verdadero comandante solo les permitiría retazos de poder. Urge comprender que frente al desaguisado de la empresa criminal conjunta, al servicio incondicional de sus amos, la única alternativa es ponerle un alto al espectáculo e iniciar el proceso Constituyente, para sanear la justicia y hacer que todos los confabulados paguen por atentar contra la integridad del Estado nacional. Es el mayor desafío de nuestra historia republicana, y enfrentarlo es nuestra única opción; de consentir semejante abuso, romper el yugo de esclavitud, que impondrían con la complicidad del Grupúsculo de mercenarios, en función de gobierno, exigiría el sacrificio de varias generaciones. El Eximio patriota, el Dr. Bellisario Porras, en su Manifiesto a la Nación, “La Venta del Istmo, publicado en mayo de 1903, dijo: “pensemos que antes que todas nuestras ilusiones, está un deber para la patria y para con nuestros hijos: el conservar íntegro el patrimonio nacional, que nos legaron nuestros padres”.
¿Constituyente o Enclave? ¿Usted qué opina?
Autor: Leopoldo E. Santamaría
Profesión: Médico