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Dignidad o tiranía

Después de 4 años, del informe en Panamá, de la primera muerte por Covid-19, sin necropsia; que posteriormente prohibieron, comienzan a aumentar los infartos en jóvenes de entre 35 y 50 años, las muertes súbitas e inexplicables, embolias pulmonares, hemorragias cerebrales y, por vez primera, miocarditis y pericarditis en niños; pero parece que nada grave ocurriese. En magnitud, profundidad y extensión, los daños provocados por la pandemia superan a la invasión del 20 diciembre 1989 y, a diferencia de aquella, excluyendo el grave impacto sobre educación y economía, en ésta, las consecuencias ya dependen, sobretodo de “la vacuna”; es menester investigar.

Países con información bioestadística fiable, reportan un aumento significativo de la morbilidad, la mortalidad y reducción de la natalidad; o sea, la inversión de la  pirámide demográfica, que significa despoblación. Aquí, con autoridades sin ninguna credibilidad, que manipularon los datos, para propagar el pánico, sin necropsias; que censuraron y calumniaron a los “negacionistas”, y rehusaron debatir el tema; la realidad podría superar a la ficción. En este contexto, es imperativo establecer una Comisión Nacional de la Verdad, revisar, integralmente, el manejo de la mal llamada pandemia, documentar toda la información, hacer una evaluación responsable, definir los correctivos y evitar que la historia se repita. Vale recordar la Comisión de la Verdad creada para la invasión del 20 de diciembre 1989; instalada 12 años después, mediante Decreto Ejecutivo No. 2, el 18 de enero de 2001; Gaceta oficial 24224. Palabra clave: Corrupción; que ahora deberá ser Traición.

Aquí, como en el resto del mundo, todos los involucrados en esta trama criminal deben enfrentar la justicia, ya que, a través de la OMS, instrumento de las élites financieras, agrupadas en el Foro Ec. Mundial se confabularon con las corporaciones farmacéuticas y las de comunicación social, para sembrar el terror, generando un estado de histeria colectiva e impulsar la terapia genética, llamada “vacuna”. De no actuar en consecuencia con la vileza infinita de los cómplices de la agenda 2030, la situación empeorará, porque la OMS, en vez de reconocer su complicidad en el genocidio, valiéndose de las 300 enmiendas al Reglamento Sanitario internacional, pretende imponer, globalmente la “Política de Una Salud”, decidir, cuando hay emergencias sanitarias o pandemias y forzar “vacunas”, en claro ultraje a la dignidad humana y a la integridad de los derechos de los Estados soberanos.

Basta de crueldad. Urge la abolición de la OMS y suspender ya el envenenamiento, sobretodo de los niños, porque la vida y la salud son incompatibles con el infame proyecto genocida, ejecutado para despoblar el mundo, con “vacunas”, hambruna y guerras o lo que sería peor, con todas juntas.

Autor: Leopoldo E. Santamaría
Profesión: Médico

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