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¿Salud Pública o más de lo mismo?

El objetivo superior del Ministerio de Salud es salvaguardar los principales bienes patrimoniales de la población, vida y salud; debería ser rector real de la materia. Establecido por la costumbre, la mayor parte de la población, asocia la salud a la enfermedad y le concede máxima importancia a las instalaciones para atender enfermos. Los políticos, que siempre prometen hospitales, sistemáticamente escogen al ministro de entre sus amistades, parientes o copartidarios. Imprescindible superar esta práctica; lo racional es la conducción técnica y conferir prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de enfermedades. El catastrófico manejo de “la pandemia” debe servirnos para no repetir la historia.

El cambio se debe basar en educación; formando educadores para la salud y técnicos en saneamiento ambiental e incorporarlos a los equipos básicos de salud, en toda circunscripción demográfica. Al mismo tiempo, es necesario promover la participación ciudadana en el proceso de salud-enfermedad, y para ello, reactivar los Comités de salud, para que cada comunidad, con el apoyo de este recurso elabore su perfil epidemiológico y sustente el presupuesto de salud, conforme a necesidades reales.

El trabajo del médico de atención primaria se debe evaluar conforme al porcentaje de la población adscrita que, durante el ciclo anual, no requiera atención por enfermedades prevenibles.

El agua potable intradomiciliaria, por si sola, reduce el índice de mortalidad infantil. Lo mismo ocurre con la disposición de las excretas – fecalismo al aire libre – y de los desechos sólidos. Más del 90 % de los vertederos son a cielo abierto y lo peor, ubicados muy próximos a los manglares, donde se inicia la cadena alimentaria. Recuerdo un ministro de salud, que subió a un camión a recolectar basura, en una comunidad que aún sigue sin relleno sanitario!.  

Las Facultades de Medicina deben reforzar la cátedra de Salud Pública (Epidemiología, Bioestadística, Ingeniería Sanitaria, etc.) Toda especialización médica debe requerir la aprobación de un año en Salud Pública, porque la peor epidemia es la del analfabetismo funcional; por eso la OMS, manejada por un terrorista y un especulador financiero, ambos genocidas, convencieron a “las autoridades de salud” y a otros “custodios de las evidencias científicas” de “la pandemia” y de la necesidad de aplicar “la vacuna segura y efectiva”.

Urge conferir prioridad a la salud; con planificación, programas y soporte financiero. Revisamos lo actuado para hacer correctivos o mantenemos el cuento de la agenda 2030, difundiendo el pánico para seguir “vacunando” y causando mayores daños a la población, que deberíamos proteger. El carácter es necesario, pero mucho más, conciencia, seriedad y cordura. Se impone un cambio de fondo, no cosmético, reemplazando con recurso calificado a todo el personal, que además de avalar la corrupción, sirvió a los nefastos propósitos del fraude científico del siglo XXI, causante de estragos a la salud, la educación y la economía.

Autor: Leopoldo E. Santamaría
Profesión: Médico

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