Nunca antes tan alta mediocridad y bajocridad los panameños habíamos vivido de los gobernantes.
A escasos nueve días de concluir el gobierno de la empresa criminal conjunta que, durante cinco años, se dedicó a saquear y a empobrecer nuestro Panamá, no podemos menos que celebrar la conclusión de una horrible pesadilla.
Nunca antes, ni durante las dos décadas de la dictadura militar, habíamos los panameños vivido el azote de tan alta mediocridad y bajocridad de los gobernantes.
Más que gobernar, se recrearon en burlar las normas más elementales de la decencia y del respeto a la dignidad de la población en todos los terrenos. Pisotearon, a decir no más, los frágiles restos de institucionalidad. Burlaron hasta la constitución impuesta, que ellos mismos ayudaron a crear, implantar y reformar a su medida.
La máscara de la pandemia, que el futuro expresidente ha hecho plasmar en el óleo de su rostro, en el palacio de las garzas, lo dice todo. Con ella pretende ocultar la incapacidad, la ineficiencia y la arrogancia demostrada en la gestión gubernamental durante cinco oprobiosos años.
Se retiran dejando a un país quebrado, frustrado, endeudado, engañado, manipulado y terriblemente desinformado de su cruda realidad. Y lo hacen tan campantes, no si antes haber aprovechado los últimos mese y días para apropiarse del erario, como verdaderos chupópteros y pirañas de lo ajeno.
No podemos continuar con un Órgano Judicial tan corrupto y, además, en manos de quienes quisieron propiciar el absurdo impedimento de la postulación presidencial, solo por cumplir órdenes emanadas del Ejecutivo hoy saliente. Menos aún, convertido en un refugio de quienes no están a la altura de sus responsabilidades.
Tampoco nos toca aceptar un Órgano Legislativo dedicado a saciar descomedidos intereses personales para engordar el clientelismo, el Nepotismo y las insaciables ambiciones de embotellados.
Dentro del régimen mega presidencialista imperante, la responsabilidad de los ciudadanos para la urgente democratización del sistema, debe Prevalecer y actuar.
Al umbral de la salida, nos toca concertar políticas públicas transparentes y decentes que, sin prisa pero sin pausa, comiencen por devolver a la población la esperanza y la voluntad de que las cosas tienen que mejorar pero que, para ello, habrá muchas que deberán cambiar de método y procedimiento.
Autor: Miguel Antonio Bernal
Catedrático Universidad de Panamá