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Constituyente Opinión

Convivencia y violencia

Por: Miguel Antonio Bernal V. – Catedrático universitario

El recorrido de la violencia, en nuestra América Latina, ha sido lo suficientemente desgarrador como para que no aprendamos del mismo.

Las sistemáticas y masivas violaciones de los Derechos Humanos en muchos Estados latinoamericanos, no lograron impedir que se encontraran los caminos y vías para la reconciliación nacional. Ello no fue fácil dada las condiciones específicas vividas en cada país, más lo importante es el haber sabido y podido encontrar puntos en común de partida. La búsqueda de la verdad y de la justicia encontró muchísimas puertas cerradas, sin embargo los gobiernos interesados, supieron asumir el compromiso y poner debidamente en marcha al aparato judicial. Y así, con base a los hechos debidamente descubiertos y aclarados, se ha ido logrando caminos para la reconciliación.

En nuestro caso, la convivencia pacífica ha logrado, hasta ahora, sobreponerse a los partidarios de la confrontación y de la violencia. Ello hace obligatorio a la ciudadanía panameña el hacer los esfuerzos necesarios para no salirnos del estrecho sendero que recorremos dado el malestar social acumulado a largo de las últimas tres décadas y media, durante las cuales no se ha logrado dar inicio a una transición hacia la efectiva y necesaria democratización tras la caída de la dictadura, dado que se optó por mantener vigente el estatuto constitucional militarista e impuesto, concebido a la medida del régimen autoritario que nos azotó durante 21 largos años.

Hoy, más que nunca antes, se hace necesario que mantengamos los senderos de la paz social y de la convivencia pacífica, a través de una decidida participación ciudadana, en el proceso constituyente originario, hacia una nueva y democrática constitución. Para ello, la alfabetización constitucional emprendida desde inicios del presente año, debe jugar un rol decidido en el que todos aportemos nuestro granito de arena al proyecto nacional que nos convierta en actores de nuestro presente y futuro como sociedad.

La tolerante aprobación -hasta ahora-, al pseudo constitucionalismo debe cesar. Como también, la insuficiente reacción al estado de desarticulación de las libertades, derechos y garantías de la ciudadanía. No hay otro camino, la Constituyente originaria es el camino.

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