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¿Constituyente y rebelión?

A fines del siglo XVII, en Francia imperaba el Feudalismo y el Despotismo. Los desaciertos de Luís XVI, que garantizaba privilegios a la nobleza y al Clero, mientras imponía una pesada carga tributaria al pueblo, víctima del Vasallaje, provocaron divisiones entre los factores de poder y fue así como el 9 de julio de 1789, se integró la primera Asamblea Nacional Constituyente, cuyo objetivo era elaborar una nueva Constitución.

Las profundas desigualdades existentes favorecieron el respaldo masivo del pueblo, que cinco días más tarde, el 14 de julio, se tomó, por asalto, La Bastilla, hito simbólico, considerado inicio formal de la Revolución francesa, evento histórico de profundo significado, por cuanto al establecimiento de los derechos  humanos. La prensa, sistemáticamente, sólo cita las tres proclamas: Libertad, Igualdad y Fraternidad, desconociendo que el reemplazo de las ominosas estructuras del poder público se hizo realidad, gracias al levantamiento del pueblo, fue un estallido espontáneo, que erradicó el Despotismo y el Vasallaje, que no obstante ser degradante e inhumano, era legal. O sea que el cambio logrado por la Insurrección popular, fue posible gracias a que el pueblo se rebeló; que los medios de manipulación social lo “olviden”, es comprensible, pero jamás justificable.

En las sesiones de aquella Asamblea Nacional Constituyente, un grupo de participantes se ubicaba a la derecha, otro a la izquierda y uno menor, al centro, el objetivo de la izquierda, en aquellas sesiones, como demostrara Robespierre, era acabar con el Vasallaje, impedir que el rey pudiera bloquear las decisiones de la Constituyente. Mientras que la derecha, propugnaba porque el rey mantuviera el poder de Veto sobre las decisiones que se adoptaran; su propósito era ganar aceptación para acceder al poder. O sea que, mientras los de la derecha propusieron reformas, los de la izquierda, cambios de fondo, favorables al interés colectivo, al bien común.

El Reformismo ha sido y continúa siendo la conducta de los oportunistas, cómplices y beneficiarios del poder, como lo evidencian hoy los paralelos, determinados a engañar al pueblo para servirse de él y mantener estable el modelo que les garantiza el pillaje y la Impunidad, para saquear a discreción y libres de riesgos. Por ello, al margen de la ética y pisoteando la historia, eluden el debate y recurren a la descalificación, acusándonos de radicales, extremistas, izquierdistas, etc., para atrapar incautos.

José Martí, advirtió: “A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”.!. ¿Será que el pillaje, la entrega descarada de nuestro  patrimonio, como el Canal, los puertos y los recursos minerales no bastan?. Víctor Hugo dijo: “La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba con ser complicidad; hay una notable solidaridad y una vergüenza compartida, entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer. Sufrir es venerable; dejarse aplastar es despreciable”.

Cuando un régimen predador y vejatorio, acentúa el abuso, la única alternativa es rebelarse, para construir un nuevo pacto social; el pueblo francés dio el ejemplo al mundo, con la primera Constituyente de la historia; ¿faltará acaso que los de la empresa criminal conjunta nos escupan el rostro y nos exijan agradecerles por el colmo del ultraje? ¿Usted qué opina?

Autor: Leopoldo E. Santamaría
Profesión: Médico

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