Al columpiarse o mecerse en un embrollo de trillos y secretos con facilidades financieras y jurídicas, Panamá se ganó en el siglo XX el cetro como uno de los principales paraísos fiscales del mundo.
Con su posición geográfica como principal activo y su ruta interoceánica como símbolo-país, Panamá es la base estratégica de múltiples servicios mundiales: creación, inscripción y venta de sociedades anónimas y de seguros, centro bancario internacional, zona de libre comercio— la segunda más importante del planeta luego de Hong Kong— y plataforma del abanderamiento de barcos con la primera flota mercante global como referente del transporte marítimo.
Por eso, los papeles sobre los enigmas de las maniobras financieras y jurídicas empresariales en refugios para ocultar la huella del dinero, evadir impuestos y esconder activos persiguen al Estado panameño: en abril de 2016 surgieron los Panama papers y en octubre de 2021 aparecieron los Pandora papers.
“De nuevo el nombre de Panamá se ve deformado por las actuaciones de algunos señores. En el país hay repudio de la población a la grandísima corrupción que existe”, afirmó el abogado constitucionalista panameño Miguel Antonio Bernal, catedrático de la Facultad de Derecho de la (estatal) Universidad de Panamá.
“La vorágine que envuelve a Panamá en todo tipo de escándalos financieros, comerciales y bancarios al aparecer en distintas listas es resultado de la ausencia absoluta de voluntad política de sus gobernantes” para adoptar medidas que impidan que la nación sea calificada como paraíso fiscal, dijo Bernal a EL UNIVERSAL.
“La mayoría de ellos están envueltos en estos escándalos por acción u omisión. De eso no cabe la menor duda”, aseguró, al recordar que, como anteriores gobiernos antes escándalos similares, el actual acusó que los Pandora papers son un ataque a Panamá. “Lo que se está revelando es la grandísima corrupción que existe en el país con el contubernio, participación y acciones de los gobernantes”, insistió.
Los Panama papers fueron una masiva filtración de documentos hallados en una indagación periodística que desnudó las rutas de empresas, políticos, empresarios, artistas, deportistas y criminales de todo el mundo para perder el rastro a dinero, negocios y propiedades en senderos de evasión de impuestos. El caso exhibió a Panamá como albergue de cuestionadas operaciones globales.
Los Pandora papers fueron revelados el domingo anterior con más de 11.9 millones de documentos que abrió el misterio del involucramiento de políticos, presidentes, ministros y gran número de personajes de todo el planeta en cadenas financieras y jurídicas empresariales en santuarios fiscales para esconder la huella de dineros, Eludir tributos y ocultar activos.
Panamá volvió a ocupar un sitio preponderante en el entarimado. Ambos trabajos fueron dirigidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), red creada en 1997 y con sede en Washington que reúne a reporteros y medios de comunicación de los cinco continentes.
El gobierno panameño anunció el domingo que contrarrestará “las repercusiones negativas de cualquier escándalo tangencial o coyuntural” contra el país, pidió al ICIJ que evite “referencias” injustificadas a Panamá y prometió indagar a “contribuyentes naturales y/o jurídicos” señalados por los Pandora papers.
Panamá firmó pactos tributarios multilaterales sobre evasión de impuestos para “garantizar” transparencia, recordó, pero el país permaneció en la lista de escondites.
Estructura panameña
Panamá inició su historia como laberinto fiscal en los primeros 40 años del siglo XX, cuando impulsó el registro marítimo y el abanderamiento de barcos mercantes, mientras que en 1927 emitió una ley de sociedades anónimas. La Zona Libre de Colón, sobre el Caribe, emergió en 1948, y la ley de secreto bancario nació en 1959, lo que promovió la apertura en 1970 del Centro Bancario Internacional. Construido a partir de 1904, el Canal de Panamá fue inaugurado en 1914.
Consolidado como bazar o mercado para negocios de todo tipo, Panamá se transformó en la década de 1980 en pedestal del lavado de dinero del narcotráfico.
Al advertir que para definir un paraíso fiscal tampoco hay categorías uniformes, el economista colombiano Isidro Hernández, profesor de Teoría y Política Fiscal de la (no estatal) Universidad Externado de Colombia, adujo que las más comunes son “las tasas impositivas reducidas o las bases liquidables pequeñas en los impuestos de renta y patrimonio y el secreto comercial”. Otros conceptos son “la declaración de información reservada para las personas o empresas de otros países, reserva bancaria para los extranjeros y oposición sistemática a firmar acuerdos para entregar información a terceros países sobre los negocios de sus nacionales”, narró Hernández a este diario.
“Dependiendo de quién lo mire, Panamá puede tomar varios colores”, aclaró, al recordar que Colombia lo mantuvo hasta 2018 en su lista por negarse a entregar datos de colombianos con “recursos en ese país” y lo sacó por acuerdos bilaterales.
Al destacar que las listas “negras y grises” en las que está Panamá tampoco son “generación espontánea” ni “capricho” de nadie, el comunicador panameño Marcos Castillo, expresidente del Colegio de Periodistas de Panamá, escribió que “no es nuevo, ni es mentira” que el Centro Bancario, las sociedades anónimas y los negocios sirvan para lavar dinero, financiar al terrorismo y otros delitos. El Centro siempre negó esos cargos.
“Tampoco es mentira que distintos gobiernos [panameños] han firmado compromisos [de transparencia] y que luego se ha hecho muy poco o casi nada para cumplirlos”, recalcó Castillo, en un artículo que publicó ayer en el periódico La Prensa, el principal de Panamá, al insistir que estructuras bancarias y comerciales del país centroamericano fueron y son “usadas por el crimen organizado”.
Autor: José Meléndez
Fuente: El Universo