Frente a las movilizaciones de la población colonense, que agobiada por las duras realidades que los aquejan, ha salido masivamente a las calles a defender su derecho a una vida digna, el Presidente de la República, siguiendo el bochornoso antecedente de sus predecesores, decidió montar un espectáculo mediático con el fin de intentar confundir a la opinión ciudadana.
Para llevar adelante la distracción mediática se recurrió a convocar a una reunión al sector empresarial de la Provincia de Colón, el cual olvidó todo lo propuesto en el Plan de Corto Plazo de Emergencia Laboral de Colón que ellos mismos habían firmado el 21 de abril. También se convocó a una representación espuria de los movimientos sociales de Colón, a la que se le agregó una supuesta representación académica, que jamás participó en los debates sobre el desempleo y la forma de abordarlo. Obviamente también aparecieron los altos funcionarios gubernamentales, que no dudaron en traicionar el proyecto de empleo para Colón que también habían firmado.
El resultado de la reunión fue patético. En primer lugar, se habló de 1,500 plazas de trabajo en la minería, las cuales se darían después de una supuesta capacitación. Esto, antes que nada, es una descarada propaganda del nefasto acuerdo minero que el gobierno de turno intenta firmar, en el cual tanto los intereses económicos nacionales, como los del medio ambiente, están totalmente ausentes.
Esta propuesta no significa un incremento inmediato de puestos de trabajo, ya que se trata de eventuales plazas de trabajo que supuestamente se darán en el futuro. Más aún, estas solo serían viables si se eleva la contaminante producción de cobre generando un mayor impacto sobre el medio ambiente.
También se prometieron 300 puestos de trabajo en la Zona Libre de Colón sin especificar dónde ni cuándo. Si se trata del sector gubernamental, esto es de la administración de esta zona franca, estaríamos frente a un incremento indiscriminado y carente de sentido de la burocracia que la administra.
Si el Presidente se refirió a las empresas, entonces debió explicar cómo frente a los problemas internacionales de incremento en los precios del transporte, los problemas de las cadenas logística vinculadas con China y las tendencia contractivas en América Latina, puede asegurarse una expansión en la actividad y ocupación en la Zona Libre de Colón.
En relación al supuesto empleo a generarse con la eventual puesta en marcha de la construcción del nuevo Hospital Amador Guerrero, no solo es algo que la experiencia señala como un hecho incierto, tampoco se especificó como se distribuirán en el tiempo los puestos de trabajo prometido, ni se aseguró que los mismos serían ocupados por colonenses.
El desinterés del ejecutivo de aliviar el problema del desempleo en Colón queda más en claro si se tiene en cuenta que él mismo desechó un plan científicamente construido, en el cual se proponía la creación de 3,000 plazas de trabajo con salarios mensuales de no menos de B/. 600.00, asegurando las prestaciones laborales de los trabajadores. Se trató de un proyecto que, como se señaló, fue construido y firmado por el sector empresarial, CUCO, el sector académico y el propio representante del Presidente en los trabajos realizados.
A todo lo anterior se debe añadir que han quedado sin resolver todos lo otros problemas que tienen que ver con el deterioro de los servicios sociales, el elevado costo de la vida y los crecientes precios de los combustibles.
Pese a la mediación propuesta por Monseñor Emiliani, que fue aceptada por el CUC0, pudo haber significado una buena salida para enfrentar la situación, el gobierno de turno se decidió por la demagogia y la politiquería.
Autor: Juan Jované de Puy
Economista, profesor y político panameño