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Arroz y Tuna

La incultura ególatra y cínica demostrada al rechazar el arroz con tuna, expone al desnudo los componentes de nuestra crisis social.

La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud” [La Rochefoucauld]

Aún es muy prematuro para sacar las lecciones que están dejando las protestas y movilizaciones sociales populares, a lo largo y ancho del país. Lo que no podemos negar es que -en dos semanas-, los distintos sectores de nuestra población han tenido la participación, la acción y hasta la resignación, que no conocieron desde la invasión de 1989.

No faltarán quienes quieran negar que se ha dado un rechazo contundente y masivo, no solo a un gobierno negligente, incompetente e indolente, sino también a las estructuras enfermas que sostienen a unos denominados órganos del Estado, buenos a nada. Esto es solo un comienzo de un descontento acumulado que se ha expresado sin dirección, ni organización, cierto es, pero sí con mucha indignación.

Las protestas sociales jamás han sido vistas con buenos ojos de parte de los que detentan el poder, aquí allá o acuyá. La historia de la humanidad desde todos los tiempos está allí, como mudo testigo. Y en nuestro caso, es necesario que no perdamos de vista que la crisis es política, la crisis es del sistema impuesto hace medio siglo, con una constitución militarista que nos ha arrastrado a una sociedad de mercado, donde todo tiene un precio en vez de tomar en cuenta su valor.

La corrupción generalizada es quien domina el escenario aún en medio de las protestas y sus diferentes expresiones. Desde el primer mandatario hacia abajo, muchos de los responsables de la administración pública, se han estado ofreciendo en venta, a muchos otros dispuestos a comprarlos. Los de abajo, también permeados y asfixiados por la corrupción, intentan –de manera silvestre- un ensayo general para traspasar los límites de lo posible.

Los que insisten en no querer entender y aceptar que ha llegado la hora de que todos los pueblos que alberga nuestra Patria, los que rechazan que a partir de lo que está ocurriendo, ya no podemos seguir como vamos, lo único que pueden ofrecer es más sudor y dolor a los centenares de miles de hombres, mujeres y familias panameñas. Han demostrado, con creces nuevamente (como si falta hiciese), que no tienen voluntad para dar soluciones a las peticiones expresadas en las movilizaciones.

La incultura ególatra y cínica demostrada al rechazar el arroz con tuna, expone al desnudo la sensación de ocaso y de barbarie, entre cuyos componentes se encuentra la crisis.

¡Viva el arroz con tuna, mientras les hacemos comer tuna con arroz!

Autor: Miguel Antonio Bernal V.
Catedrático – Universidad de Panamá

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