“La justicia exige moral y, ante la profunda e integral crisis, la única vía, pacífica e incluyente, para sanear la administración de justicia y refundar la Nación, es la constituyente originaria…”
Hace poco, en una cafetería, coincidí con un funcionario del Sistema de administración de Justicia; a quien, años antes, le pedí investigar hechos gravísimos, consistentes con mala práctica médica en la CSS, pero como las autoridades, en vez de investigar, prefirieron encubrir al protagonista y fui destituido. Dado que el conciudadano recordó la situación, le dije: “A mi criterio, de haber investigado, no solo se habrían confirmado los hechos; habría permitido hacer correctivos de fondo y hoy día, la atención en salud, tanto de la Caja de Seguro Social como del Ministerio de Salud, no sería una calamidad; porque basta observar el manejo de la falsa pandemia, incluida “la vacuna segura y efectiva” y los terribles efectos, que tradujo sobre la salud, la educación y la economía de la mayoría ciudadana o la desaparición del fentanilo, para confirmarlo”. Para mi sorpresa, me respondió: “¡Estoy de acuerdo con usted!”. Por lo cual, solo agregué: “La administración de justicia es determinante. Perdimos una gran oportunidad y estas no son más que consecuencias previsibles”. Nos despedimos; él salió con su pedido y mi esposa y yo, nos quedamos en el café.
La Impunidad, hija putativa del encubrimiento, es el mejor combustible de la maquinaria delincuencial, particularmente esa que Medra a la sombra del Estado; de aquí que el poder económico invierta en administración política, ej.: partidos, campañas, etc.; ignorando, todos, que la política administrativa, por su impacto, beneficia o daña al conjunto de la sociedad.
En materia de salud pública, la construcción de infraestructura, para atender enfermos, la compra de equipos, medicamentos, reactivos e insumos, en general, es un pastel muy apetecible. La corrupción incluye a tres protagonistas, el inversionista, el funcionario, con control y/o acceso a los niveles de decisión y, finalmente, el sistema de administración de justicia, que valida o consagra toda clase de fechorías; como la mala práctica médica, peculados, adendas, sobrecostos, etc.; de modo que no es casual, el control del presupuesto es el pivote en torno al cual gira el servicio público.
La Ley 51 de 27 de diciembre de 2005, por su carácter de ley orgánica, es la norma superior, en cuyo contexto se deben enmarcar las disposiciones y/o iniciativas propias de la gestión administrativa; no obstante, actualmente las decisiones se sustentan en la Resolución No. 38 491-2006 JD de 21 de febrero de 2006, misma que, en su artículo 85, dispone que, la Ley 1 de 10 de diciembre de 2001 es supletoria a la omnisciencia jurídica de la Ley 51 de 27 de diciembre de 2005 y su reglamentación. Platón advirtió que: “La peor forma de injusticia es la justicia simulada”. Y es justo esto lo que podría estar ocurriendo con las decisiones administrativas de la DG en relación con la “desaparición” del fentanilo; la última y quizás más reveladora es la Nota: IcyS-SdeA-P-148-2023, del 28 de julio de 2023, por medio de la cual, se ORDENA iniciar una investigación administrativa de médicos internos, residentes, especialistas y farmacéuticos. Sin embargo, según la Resolución 255 del 12 de junio de 2023, suscrita por la Dirección Nacional de Farmacias y Drogas se resolvió SANCIONAR CON MULTA DE MIL BALBOAS al representante legal de la Farmacia del CHM-CSS, sin precisar quien ocupaba la Dirección Médica ni cuáles fueron sus decisiones sobre los narcóticos de uso controlado. Recuerdo el poema del poeta hondureño Roberto Sosa, La casa de la justicia…
“Entré en la Casa de la Justicia de mi país y comprobé
que es un templo de encantadores de serpientes.
Dentro se está
como en espera
de alguien que no existe.
Temibles abogados
perfeccionan el día y su azul dentellada.
Jueces sombríos hablan de pureza
con palabras que han adquirido
el brillo de un arma blanca.
Las víctimas -en contenido espacio-
miden el terror de un solo golpe.
Y todo se consuma
bajo esa sensación de ternura que produce el dinero”.
En La ciudad de Dios, san Agustín de Hipona, escribió: “Sin la justicia, ¿qué serían en realidad los reinos sino un vasto pillaje. Y qué son las bandas de ladrones, sino pequeños reinos?”. Ni simuladores, con chivos expiatorios ni encubridores. La justicia exige moral y, ante la profunda e integral crisis, la única vía, pacífica e incluyente, para sanear la administración de justicia y refundar la Nación, es la constituyente originaria…
¿Usted qué opina?
Autor: Leopoldo E. Santamaría
Profesión: Médico