Autor: Cristian Nieto Guerra
Profesión: Docente de tecnología
Un Proceso Constituyente originario NO es una reforma a la actual Constitución. Es un acto de soberanía, un pacto entre generaciones, un compromiso para construir una sociedad más justa, equitativa y digna, que garantice una verdadera democracia.
Hoy se conmemora el Día de los Derechos Humanos, el cual enuncia el derecho sagrado de los pueblos a la libre determinación, recordando que estas no son meras palabras plasmadas en tratados internacionales, sino principios que deben guiar nuestras vidas y construir nuestro futuro.
La historia nos enseña que ningún pueblo ha alcanzado la verdadera libertad sin educación, sin conocimiento, sin la capacidad de discernir entre la verdad y las mentiras, entre el progreso colectivo y los intereses egoístas de unos pocos. Por eso, en este día tan significativo, es importante reflexionar sobre un objetivo trascendental: la construcción de un Proceso Constituyente originario, justo y transformador.
Y ese camino debe comenzar con una base sólida. Esa base es la alfabetización de toda nuestra ciudadanía. No solo hablamos de saber leer y escribir, sino de una alfabetización crítica, capaz de equipar a cada persona con herramientas para enfrentar las trampas y artimañas de aquellos que buscan mantener el actual sistema corrupto y opresivo.
Porque un pueblo educado no puede ser engañado. Un pueblo educado no teme hacer preguntas ni exigir respuestas. Un pueblo educado puede identificar la corrupción, los abusos de poder y las estrategias que pretenden perpetuar un sistema diseñado para beneficiar a unos pocos a costa del perjuicio de la gran mayoría.
Quienes se benefician de la desigualdad y el caos temen a una ciudadanía que piensa, que analiza y que se organiza. Ellos emplearán todas las armas a su disposición: el poder económico, la desinformación, el miedo y la división. Pero nuestra respuesta debe ser clara y firme: la educación, la unidad y la acción ciudadana, pacífica pero decidida.
Tengamos bien claro que un Proceso Constituyente originarioNO es una reforma a la actual Constitución. Es un acto de soberanía, un pacto entre generaciones, un compromiso para construir una sociedad más justa, equitativa y digna, que garantice una verdadera democracia. Es un momento en el que el pueblo toma las riendas de su destino y redefine las reglas del juego en función de sus verdaderas necesidades y aspiraciones colectivas, por encima de intereses individuales o de pequeños sectores.
Este proceso debe incluir a todos: mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, trabajadores y estudiantes, comunidades rurales y urbanas. Debe ser un reflejo auténtico de nuestra diversidad y una plataforma para resolver nuestras diferencias con respeto y diálogo.
El sistema actual ha demostrado ser insostenible, gracias a la irresponsabilidad de pocos. Está construido sobre la base de la corrupción, el clientelismo y el desprecio por los derechos fundamentales de la mayoría. Aquellos que lo defienden no lo hacen por amor a la patria o a sus conciudadanos, sino por amor al poder y al privilegio.
Pero el cambio es posible. Lo será si logramos que cada ciudadano sepa que tiene el derecho y el deber de participar, que su voz cuenta, que su voto es una herramienta poderosa para transformar realidades. Y esto comienza por garantizar que todos tengan acceso a la educación, a la información veraz y a los espacios de debate democrático.
Hoy, en este Día de los Derechos Humanos es importante mencionar la Libre Determinación de los Pueblos, para que reflexionemos acerca de los siguiente aspectos:
- Eduquémonos y eduquemos a los demás. La alfabetización crítica es nuestro primer paso hacia el cambio. Sin división ni egoísmo, buscando el bien común.
- Organicémonos. El poder soberano del pueblo está en su unidad.
- Denunciemos la corrupción y las injusticias. No permitamos que nos silencien ni nos dividan. Pues la corrupción e injusticia no discrimina.
- Trabajemos por un Proceso Constituyente originario inclusivo y transparente. Es el único camino hacia un futuro verdaderamente democrático y libre.
Compatriotas, el tiempo de la transformación ha llegado. Que este día no sea solo una fecha en el calendario, sino un recordatorio permanente de nuestra capacidad para luchar, para soñar y para construir una mejor sociedad.
¡Por los derechos humanos! ¡Por la autodeterminación de los pueblos! ¡Por un proceso constituyente originario digno y legítimo! ¡Por una patria en democracia y libre de corrupción!