Por: Miguel Antonio Bernal V. – Catedrático universitario
El término “ciudadanos constitucionales”, es uno de los tantos resultados positivos de los progresos que ha ido conquistando la participación ciudadana, en muchas sociedades.
No es casual que el concepto y significado de ciudadano se encuentre -hoy día-, revalorado. Ello es así dado los cambios que vive la humanidad desde los finales de la segunda guerra mundial, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los grandes logros de dichos derechos, a través de tratados, pactos y convenios internacionales.
Hoy día, toda sociedad moderna, debe darse todos los mecanismos y procedimientos necesarios para contar con una Constitución que recoja, no solo los principios e instituciones democráticas fundamentales, que deben ser el norte de la misma.
Es requisito que también esté inmerso en ello el poder ciudadano, que es a quien le corresponde de manera libre y responsable empoderarse para ser conocedor y centinela de sus libertades democráticas, de sus derechos y de sus deberes, como parte esencial de la sociedad.
Contar con una nueva Constitución y dejar atrás, de una vez por todas, el estatuto constitucional impuesto hace ya cincuenta y tres (53) años, es necesaria y básicamente, una tarea de todos. De ahí que la participación ciudadana se convierta en un requisito sine qua non (indispensable) para la ejecución de toda política pública que realice cualquier gobierno.
Hasta hace poco la participación ciudadana, la transparencia, la rendición de cuentas, la actuación organizada de la sociedad civil, no eran tomadas en cuenta en muchos Estado y, en nuestro caso, podemos afirmar que el pseudo constitucionalismo y el autoritarismo constitucional imperantes, han logrado excluir al ciudadano como actor principal en todos los terrenos de lo público.
De ahí entonces que, ahora que menos la oportunidad de darnos un proyecto ciudadano y nacional a través de un proceso constituyente originario, debemos todos comprometernos en forma cívica y patriótica en la tarea de ser cada día, verdaderos ciudadanos constitucionales y hagamos cristalizar el poder constituyente que nos pertenece, para el conocimiento, ejercicio, difusión, protección y defensa de nuestras libertades democráticas, nuestros derechos y nuestras garantías.
No hay otro camino: ¡La Constituyente Originaria pa’ una nueva Constitución, es el camino!