Por: Cristian Nieto Guerra – Docente universitario.
La Constitución actual reza, casi con cinismo poético, que «el poder público solo emana del pueblo». Sin embargo, la realidad operativa del Estado ha convertido esta frase en el mayor sofisma de nuestra historia republicana. Lo que hoy presenciamos no es un país de frenos y contrapesos, sino una arquitectura diseñada para el contubernio: un pacto tácito de no agresión entre los tres órganos del Estado, donde la impunidad es la moneda de cambio y el ciudadano, un mero espectador cada cinco años.
