La vorágine de la educación en nuestro país exige una reacción ciudadana. Sin embargo, esta no se produce y las autoridades están empeñadas en cultivar la ignorancia.
La Formación Ciudadana
La vorágine de la educación en nuestro país exige una reacción ciudadana. Sin embargo, esta no se produce y las autoridades están empeñadas en cultivar la ignorancia.
Semanas atrás, La Prensa le preguntó a la rectora de la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), Etelvina Medianero de Bonagas, su relación con la Atlantic International University (AIU) –que carece de acreditación de los reguladores de educación en Estados Unidos– y su respuesta fue: “ninguna”.
Siempre se ha enfatizado que tener un título académico resultaba en el acceso a mejores oportunidades de empleo y desarrollo profesional. Todo esto bajo las exigencias de un riguroso plan de estudios, de asistencia a clases, de múltiples pruebas de conocimiento y hasta de un trabajo de investigación al final de las carreras. ¿Cuántos pasaron por este proceso? ¿Cuántos encontraron una satisfacción profesional? ¿Todavía se puede aspirar a estas metas dentro de las aulas universitarias estatales?
A pesar de que el presidente de la República, Laurentino Cortizo, no sanciona aún el proyecto de ley que le daría oportunidad a la rectora de la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi), Etelvina Medianero de Bonagas, de postularse a un tercer período, los administrativos de este centro de estudios salieron a la calle a mostrar su apoyo a la cuestionada funcionaria.
Mientras que el presidente Cortizo balbucea, titubea y cancanea, al no atreverse a vetar el nefasto proyecto de Ley a favor de la corrupción, del nepotismo y la reelección en la UNACHI, aprobado por los diputados del PRD y del Panameñismo, la Federación de Asociaciones Profesionales de Panamá (FEDAP), ha emitido un comunicado que habla por sí solo.
Si bien la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi) está a unos 450 kilómetros de distancia de la capital, los problemas que afronta son tan cercanos, que casi podemos tocarlos, como los de la Asamblea Nacional. Es un micromundo en el que están reflejadas todas nuestras vergüenzas: clientelismo, tráfico de influencias, licitaciones a la medida, nepotismo, conflictos de interés, negociados, juegos sucios, mentiras y graves faltas a la ética. Todo ello ocurre –que es, a mi juicio, lo más grave– en una universidad pública, en donde miles de estudiantes reciben, sin pedirlo ni desearlo, clases prácticas de corrupción.
El Instituto de Estudios Políticos e Internacionales (IEPI), organización no gubernamental, sin fines de lucros ha puesto a disposición del público lector de nuestro país, la obra del compatriota César Díaz Brandao: ¿Quién mató a Remón?
El rechazo de parte de la partidocracia, vieja y nueva, a la necesidad de un proceso hacia una Constituyente, sumado al descarnado oportunismo de los gatopardistas defensores de la paralela, adhieren ahora los ‘inventarios’ de cosas por hacer, pero, eso sí, dentro del mismo sistema antidemocrático y anti-institucional contenido en la constitución militarista impuesta. O sea, aquellos que quieren hacer una torta sin quebrar los huevos.