Por: Miguel Antonio Bernal – Docente universitario
La fecha que hoy 14 de julio, se conmemora a nivel mundial, nos evidencia la urgente necesidad de un cambio constitucional que solo puede seguir siendo negado por aquellos cuyos intereses particulares, importan más que los intereses del país.
En el calendario de la historia mundial, el 14 de julio de 1789 marcó algo más que la caída de una fortaleza. Fue el momento en que el pueblo francés, hastiado de abusos, desigualdades y un gobierno sordo a sus clamores, rompió las cadenas del miedo y se tomó su destino en las manos. Hoy, más de dos siglos después, los panameños debemos preguntarnos con honestidad: ¿cuándo será nuestro Día de la Bastilla?
Por: Miguel Antonio Bernal – Catedrático universitario
En las dos últimas semanas, han reaparecido en el escenario politiquero algunos de los ya clásicos fugitivos de la constituyente, munidos de un abanico de engaños a los ciudadanos y acompañados por los magistrados del Tribunal Electoral, para hacerle el mandado a determinados factores reales de poder que no ven con buenos ojos el cambio constitucional.
Por: Miguel Antonio Bernal V. – Catedrático universitario
Bajo este título, son diversas las obras y artículos de distintos autores y de múltiples nacionalidades, que se ha publicado en las últimas décadas. Ello no debe sorprendernos, muy por el contrario, debe animarnos a leerlos para aprender y para saber como nos corresponde como ciudadanos, proceder en una tarea y compromiso tan importante para nuestro presente y nuestro futuro.
Por: Miguel Antonio Bernal V. – Catedrático universitario
El cambio constitucional, al cual nos acometemos con el proceso constituyente originario ya iniciado con la alfabetización constitucional es, sin lugar a dudas, una respuesta tardía a una situación de crisis que venimos arrastrando como sociedad, desde la caída de la dictadura militar que imperó en Panamá durante 21 largos años.
Alberto Einstein siempre me ha inspirado, no tanto por su saber científico que por sus reflexiones éticas, como por ejemplo, en la necesidad de la responsabilidad social de los científicos. Otro humanista y médico François Rabelais también enfatizó que “la ciencia sin conciencia solo sirve para arruinar el alma” que en realidad era una llamada urgente a no sólo producir conocimiento; sino que debemos preguntarnos para qué y para quiénes lo hacemos.
Panamá atraviesa uno de los momentos más oscuros de su historia reciente. Mientras el pueblo se levanta para defender su soberanía, su tierra y sus derechos —como es el caso de la huelga docente contra la Ley 462, la minería depredadora y el memorándum de entendimiento—, vemos cómo el sistema saca a relucir sus herramientas más sutiles, pero no menos peligrosas.
En los últimos años, Panamá ha experimentado un deterioro progresivo de su tejido democrático, cuyo origen no es casual ni pasajero. Es el resultado de una estructura de poder que se ha perfeccionado en el arte de la corrupción, legitimando sus abusos mediante leyes hechas a la medida de sus intereses. Los tres órganos del Estado —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— han dejado de ser pesos y contrapesos entre sí, para convertirse en cómplices de un mismo proyecto: perpetuar los privilegios de unos pocos, a costa del bienestar de la mayoría.
La semilla sembrada de la corrupción, alimentada gobierno tras gobierno, ofrece a la población el resultado, los frutos generados que estamos obligados a consumir; siendo la educación afectada por la semilla sembrada por quienes toman las decisiones que dirigen el destino de todo el pueblo panameño.