A muchos les preocupa la posibilidad de un fraude; pero el riesgo es doble y el más grave casi ni se nota.
Primero, en la Democracia Representativa, independientemente de que la votación se lleve a cabo con absoluta transparencia, que el escrutinio se efectúe de manera prístina, y aún más, que el vencedor sea íntegro y se proponga servirle a la nación, la estafa será inevitable; porque el poder económico, que controla el poder político, le dirá que, las campañas son publicidad para atrapar incautos; que olvide el programa de gobierno; que la prioridad es la política económica; el servicio puntual de la deuda y los compromisos financieros adquiridos; que las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) le ayudarán de cerca; que el clientelismo y la propaganda sirven y se deben mantener. Con la Constitución, el ordenamiento legal vigente y la fidelidad y obsecuencia del Tribunal Electoral, este fraude, el menor, está garantizado; las elecciones serán un simple cambio de instrumentos. ¿Habrá un “líder joven” del Foro Económico Mundial participando de la farsa electorera?.